
Los estorninos siguen cautivándome. Su plumaje iridiscente capta la luz como una obra de arte, su capacidad para imitar sonidos a la perfección. Pero lo que más me fascina
son sus bandadas en constante crecimiento: decenas de miles de aves que, sin colisionar jamás,
ondean en el aire al unísono en una danza enigmática y mágica.
El estornino simboliza la autorreflexión, la comunicación, la sanación y la justicia. Estos temas dicen mucho de mí y de mi trabajo.
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Debido a un comienzo fallido en la vida y a varios desafíos en mi camino, comencé a investigar y a buscar respuestas en terapias y coaching, incluyendo el coaching corporal. He leído innumerables libros y podcasts. También dediqué un tiempo a profundizar en el ECIW. Aprendí mucho de maestros como Eckhart Tolle, Byron Katie y Jan Geurtz, con quienes realicé varios cursos. Durante mi formación descubrí a Bert Hellinger y Wibe Veenbaas.
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Gracias a un intenso trabajo interior, he aprendido a mirar con compasión el ego, a veces ansioso. Eso no significa que ya no me sienta mal. El dolor y los contratiempos están inextricablemente ligados a la vida. El gran sufrimiento reside en negarlo. Sin olvidar que esto supone un gran desafío en un mundo donde la vulnerabilidad tiene poco cabida y recibimos el mensaje de estatus externo y felicidad manifiesta por doquier. No poder satisfacer eso crea sentimientos de incompetencia. Y, por supuesto, nada más lejos de la realidad.
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En los últimos años me he sumergido en el Trabajo Sistémico y el Coaching, del que forman parte el Análisis Transaccional, la PNL y las Constelaciones Familiares. He realizado los cursos y la formación acreditados necesarios para ello. Esto también aplica a mi trabajo como Asesora Confidencial.
Mi forma de trabajar se caracteriza por el apoyo y la inspiración desde la igualdad, de forma humana, investigadora y sensata. Me alegra compartir lo que tanto me ha beneficiado y lo que sigo beneficiando. El mensaje central es: Nos necesitamos unos a otros y no estamos solos en esto.
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